MONUMENTO AL AVIADOR JOAQUIN LORIGA

 Lalín, Pontevedra.

Granito y bronce

1933

Monumento costeado por suscripción popular a la muerte en trágico accidente del aviador Joaquín Loriga. Antes del fallecimiento de éste se había creado una comisión para recaudar fondos con el fin de regalarle un aeroplano; al conocer la trágica noticia de su muerte se decide que lo recaudado se invierta en el levantamiento de un monumento conmemorativo.

Asorey recurre al esquematismo para conseguir una fuerte simbología. Las líneas rectas del avión con el morro clavado en la tierra forman una cruz. En este marco aparece centrada la figura del aviador vestido con un sencillo traje de mecánico para resaltar la anatomía y no distraer con formas prescindibles. En estos casos Asorey hace el boceto de la figura desnuda para luego vestirla con sencillez, centrando la atención en las formas sustanciales. En las manos lleva los guantes y sostiene la hélice, de nuevo una recta, vertical, que aporta simetría a la figura (este será un recurso que el autor utiliza en otras ocasiones). La cara y las manos, tranquilas y relajadas, están ejecutadas en bronce.

Las alas del avión se decoran con relieves alusivos a la hazaña de Loriga, su viaje a Oceanía, y los bloques del basamento, con los relieves de las alegorías de España y Filipinas en rápido vuelo y tocándose casi las manos.

El monumento se inaugura el 27 de agosto de 1933 con la asistencia de numerosas autoridades civiles, militares y eclesiásticas, la Guardia Civil, representaciones del Gobierno y la casi totalidad de los jefes y oficiales de Aviación de España.

La concurrencia de gente fue enorme, calculándose más de 1000 autobuses y coches particulares. Por otra parte, 36 aviones militares (27 de ellos procedentes de Madrid) y dos avionetas civiles sobrevolaron el monumento lanzando rosas en el momento que fue descubierto.